Ubicada en una parcela estrecha y en pendiente de 30 por 120 metros, la vivienda se abre hacia el oeste para aprovechar unas vistas privilegiadas, al mismo tiempo que abraza la densa vegetación que se intensifica en la parte baja del terreno. Gracias a su orientación lateral, los interiores disfrutan de una iluminación natural constante desde el amanecer hasta el atardecer.
El proyecto nace de la propia topografía, respetando tanto la pendiente como la masa forestal y utilizando los claros naturales para enmarcar perspectivas y organizar los usos. Los volúmenes se disponen en un juego de equilibrio y contrapeso: la apertura de las áreas públicas contrasta con la serenidad de las privadas. El resultado es una composición estable y a la vez dinámica, una arquitectura con presencia fuerte pero en perfecta sintonía con su paisaje.
La vivienda nace de la pendiente pronunciada del terreno, donde el punto más alto de la parcela se convierte en un mirador natural que enmarca las amplias vistas hacia la pradera. El propio entorno define la geometría, convirtiendo el paisaje en el verdadero punto de partida del proyecto.
El diseño se despliega a través de dos volúmenes rectangulares. Uno acoge la calma de las estancias privadas, mientras que el otro concentra la vitalidad de las áreas sociales. Su posición responde al trayecto del sol y a la orientación de las mejores visuales, permitiendo que una de las piezas cobre mayor protagonismo.
Ese volumen se proyecta con fuerza en voladizo, su fachada cubierta por un cortasol que filtra la luz y dibuja sombras cambiantes. El gesto es más que forma: es una respuesta climática que transforma la luz y la sombra en confort y expresión arquitectónica.
El sótano, semi enterrado en la pendiente, acoge los espacios más prácticos: zonas de almacenamiento y un garaje con capacidad para dos coches, discretamente integrados pero conectados con el resto de la vivienda mediante una escalera interior.
La planta baja se convierte en el verdadero escenario de la vida diaria. Desde el acceso principal, la casa se despliega en dos volúmenes claramente diferenciados. Uno está destinado al descanso: una suite principal con amplio baño y vestidor, dos dormitorios privados y una acogedora habitación de invitados con baño compartido. El otro volumen concentra el espíritu social de la vivienda: un despacho, un baño auxiliar, la cocina, el comedor y un salón generoso que se abre a una terraza bañada por el sol, pensada para barbacoas y encuentros al aire libre.
A pocos metros, la piscina descansa en un claro rodeado de vegetación, integrando ocio y paisaje y extendiendo el hogar hacia la naturaleza.
La vivienda se apoya sobre una estructura de hormigón sostenida por una cimentación poco profunda de zapatas aisladas y muros de contención. Los forjados macizos conforman los planos horizontales de entrepisos y cubierta, mientras que los pilares, en su mayoría de acero y algunos de hormigón, combinan solidez con ligereza.
El cerramiento de fachada está formado por muros de bloque de hormigón, revestidos con yeso en el interior y acabados al exterior con un sistema SATE de EPS en tonalidad clara. Este acabado no solo aporta una estética limpia y contemporánea, sino que también optimiza el rendimiento de la vivienda. Un sistema de aislamiento térmico de alto nivel envuelve todo el conjunto, protegiéndolo de los drásticos cambios de temperatura a lo largo del año.
El resultado es una arquitectura sólida, eficiente y concebida para ofrecer confort y sostenibilidad.
Año:
2018
Tipología:
Vivienda unifamiliar aislada
Superficie:
Parcela.
Construidos. 487.98 m2
Ubicación:
Madrid
Estado:
Terminado